jueves, 17 de abril de 2014

Autoevaluación de mi práctica colaborativa

Leyendo el texto de Pere Pujolás me sentía un poco identificado con el primer maestro que menciona. Yo al igual que él tengo una clase con alumnado de distintas edades. Trabajo en un colegio rural y esas son las clases a las que te tienes que enfrentar: clases de infantil con 3, 4 y 5 años; clases con infantil de 5 años primero y segundo; o la tuve hace un par de años con tercero, cuarto, quinto y sexto de Primaria. Al trabajar con un alumnado tan dispar, el agrupamiento y el trabajo colaborativo es imprescindible. Lo normal cuando tienes cuatro cursos, es agrupar al alumnado por ciclos. Pero una vez que empiezas a trabajar con tus alumnos/as te das cuenta que para según que tareas, es mejor utilizar otro agrupamiento. A veces tienes que juntar al alumnado mayor con los más pequeños para que les ayuden mientras tú te dedicas a los del medio. Entonces de das cuenta de lo enriquecedor que es para tus alumnos/as el trabajo colaborativo, trabajar por parejas, en grupos homogéneos, heterogéneos, grupos de tres, de cinco,... Una forma de motivar a todos/as los participantes del grupo y que suelo hacer es la de hacer que la nota global del grupo dependa de la nota individual de cada uno, así los alumnos más aventajados del grupo hacen que los menos "aplicados" se motiven y se esfuercen por conseguir una buena nota. Así, yo evalúo el trabajo de cada uno, dependiendo de sus capacidades y el trabajo del grupo en conjunto. Tampoco hay que olvidarse del trabajo individual, los niños y niñas tienen que aprender a trabajar solos y a resolver problemas por ellos mismos. Pero el error está en basar nuestra metodología sólo en el trabajo individual. No estamos preparando a nuestros alumnos/as a los trabajos que requiere nuestra sociedad. Si nos preguntamos por qué la mayoría de los docentes no utiliza el ABP como base de su metodología, la respuesta está clara: es infinitamente más fácil y cómodo seguir un libro de texto página a página y hacer un examen escrito al final de cada unidad. Pero si nos preguntamos por qué la mayoría de docentes no utiliza el trabajo colaborativo como forma natural de trabajo en el aula, cuáles podrían ser las respuestas. Seguramente la principal es la del desorden. El trabajo en grupos conlleva mayor ruido, interrupciones, movimiento del alumnado etc. Es mucho más confortable para un maestro/a tener a toda la clase en fila de a uno mirando a la pizarra y trabajando cada uno/a en su libro o libreta. Entonces yo me pregunto: ¿Qué clase de profesionales somos cuando sacrificamos una mejor formación de nuestro alumnado por un mayor silencio y orden en nuestra clase? Ahí lo dejo.



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